R.I.P. REAGAN. MORIR AL MENOS DOS VECES.
Después del largo olvido interno a que le condenó el Alzheimer,Reagan se sumió en el sueño definitivo. Paradójicamente, al dejar de respirar otorgaba una bocanada del oxígeno vital al régimen de su sucesor en la presidencia EUA. Este aprovechó hasta más allá de los límites la muerte del ex presidente, necesitado al máximo de acontecimientos que opaquen los tintes trágicos de sus aventuras sangrientas. No se puede negar el éxito de su empresa mortuaria –farandulesca. Convertido EUA en único super poder, el coro de lamentaciones de los países allegados no sólo acompañó sino que gritó más fuerte sus loas a la administración del fallecido.
Muy a sotto voce , audibles con dificultad se dejaron oir las voces que, desafiando la extendida práctica de que “ a los muertos sólo de bien ”, se esforzaron en advertir y recordar que la era Reagan readujo en la escena mundial la política del garrote sin zanahoria, de exclusión del diálogo e imposición de la fuerza en detrimento de la razón.
Con él se forzó una postura de chantaje y aislamiento, desconocimiento de compromisos internacionales, sojuzgamiento de organismos mundiales como la ONU, UNICEF, UNCTAD, etc, intervención desembozada en soberanías de países y continentes.
Con el fallecido presidente, EUA entró a jugar unilateralmente en la escena global. Una vuelta al totalitarismo unívoco se hizo presente y, hay que reconocer, la casi totalidad de los líderes mundiales prefirió inclinar su testa y aceptar su rol de sátrapa ante el riesgo de volar de sus cargos por la imposibilidad de contrarrestar la presión económica y la influencia de los servicios de inteligencia americanos.
Estos han reconocido que bajo la administración del ex actor alcanzaron un desarrollo y poderío insospechado aún por ellos. La ya clásica CIA se vio enriquecida y a la vez competida por el aumento de recursos y poderes de la NSA que alcanzó la vigilancia-control de los rincones más escondidos del planeta.
Reagan apoyó activamente el racismo inhumano y atrabiliario de la Sudáfrica del apartheid, sostuvo económicamente y proporcionó asesoría y pertrechos a tropas de este país en la lucha contra la soberanía en Angola ; Cheney, el hoy vicepresidente de Bush, entonces asesor en las filas de Reagan-imbuído del espíritu del régimen- reclamaba airadamente el mantener a Nelson Mandela “ terrorista negro “, en la cárcel hasta el fin de sus días
Los sueños más atrevidos del conservadurismo americano se cumplían o se echaban las bases para que se impusieran sin trabas en administraciones posteriores, lo que se cumplió con Bush hijo.
Los funerales, grandiosos, plenos de encomiásticas lamentaciones, mediatizados al máximo, no pueden impedir las sombras que lega este conductor que manejó su influencia mundial como un llanero solitario, en loca cabalgata hacia un abismo de desigualdades y en cuya fuga no entraba el considerar sufrimientos ajenos a su logro.
La cobertura mediática del acontecimiento no resulta suficiente para ocultar la visión del abismo en que sume la conducción de los EUA a la humanidad. Como en la película con James Bond, la sola desaparición de Reagan no alcanza a tapar la profundidad de la crisis en que una alocada administración jinetea a sus aliados cada vez más espantados por su ciego galopar.
Para ayudar al actual mandatario, Reagan , el ex cowboy, ex arriesgado comandante del Séptimo de Caballería , en la pantalla pues , al igual que Bush , evitó sabiamente toda participación personal en alguna guerra, debería morir al menos dos veces.
La Valaquia.